jueves, 16 de septiembre de 2010

Ya tú sabes








José Antonio Ramos Sucre (1890-1930)


El mandarín


Yo había perdido la gracia del emperador de China.
No podía dirigirme a los ciudadanos sin advertirles de modo explícito mi degradación.
Un rival me acusó de haberme sustraído a la visita de mis padres cuando pulsaron el tímpano colocado a la puerta de mi audiencia.
Mis criados me negaron a los dos ancianos, caducos y desdentados, y los despidieron a palos.
Yo me prosterné a los pies del emperador cuando bajaba a su jardín por la escalera de granito. Recuperé el favor comparando su rostro al de la luna.
Me confió el debelamiento y el gobierno de un distrito lejano, en donde habían sobrevenido desórdenes. Aproveché la ocasión de probar mi fidelidad.
La miseria había soliviantado a los nativos. Agonizaban de hambre en compañía de sus perros furiosos. Las mujeres abandonaban sus criaturas a unos cerdos horripilantes. No era posible roturar el suelo sin provocar la salida y la difusión de miasmas pestilentes. Aquellos seres lloraban en el nacimiento de un hijo y ahorraban escrupulosamente para comprarse un ataúd.
Yo restablecí la paz descabezando a los hombres y vendiendo sus cráneos para amuletos. Mis soldados cortaron después las manos de las mujeres.
El emperador me honró con su visita, me subió algunos grados en su privanza y me prometió la perdición de mis émulos.
Sonrió dichosamente al mirar los brazos de las mujeres convertidos en bastones.
Las hijas de mis rivales salieron a mendigar por los caminos.


(de Las formas del fuego)


Pp. 43-44.





Fernando Paz Castillo (1893-1981)

El muro (fragmentos)


Beauty is truth, truth beauty, that is all
Ye know on earth, and all ye need to know

J. Keats



I


Un muro en la tarde,
y en la hora
una línea blanca, indefinida
sobre el campo verde
y bajo el cielo.



IV


La vida es una constante
y hermosa destrucción:
vivir es hacer daño.



XI


Porque no hay muerte sino vida
del lado de allá del canto, del lado de allá del vuelo,
del lado de allá del tiempo.



(de Del otro lado del tiempo)

Pp. 45-51




Luz Machado (1916-1999)


Duermevela

Recordando a Melville

Moby Dick:
las mujeres te buscan
como la reina mala el misterio
de la belleza y la virginidad en el espejo.
Te quieren para sus costados
sin conocerte a ti ni al mar de donde emerges
como un gran pecho fabuloso.
Cuando las miro
pienso en tus reinos álgidos,
en las islas con flores como la desnudez,
en otras donde el sol se ahoga en un vino gris
o el hielo levanta ciudades solitarias,
mientras los navíos persiguen la luz apagada
en tus entrañas
y la ola se arroja desde su arco infatigable.
Te recuerdo en el mar de Melville,
libre en la inmensidad de la aventura.
Conmigo no está tu jarcia muerta.
Y mi piel madura lentamente por el rostro y la espalda
en el trance que dura lo mismo que tu fuente
devolviendo el bautizo del mar.
Te recuerdo en los cabellos grises del verano,
la ráfaga más pálida del otoño y las dunas
que se levanta ya desde mi frente.
Del milenio se acerca
tu gran alga de aceite
en un riesgo de sal y de blasfemia.
Y oigo pasar tu alcurnia de mar y de silencio
como un traje de raso azul que se arrastrara
entre la vasta luz de las constelaciones.


(de La casa por dentro)

Pp. 101-102




Arnaldo Acosta Bello (1927-1996)


Nada

Cierta melancolía, cierto humor
revueltos en la taza de café.
Esta mañana tiene sin embargo
flores. El potro salvaje encierra
el relincho en su propia nariz.
La piel se estira cuando la lluvia
o las moscas llegan con sus patas frías.

Dentro de mí no pasa nada.


(de Adiós al rey)

Pp. 123





Rafael Cadenas (1930)


Derrota

Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo que creí
que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo («Ud. es muy quedado, avíspese, despierte»)
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada en cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no me he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi
flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.


(de Derrota)

Pp. 131-133



Fracaso


Cuanto he tomado por victoria es sólo humo.
Fracaso, lenguaje del fondo, pista de otro espacio más exigente, difícil de entreleer es tu letra.
Cuando ponías tu marca en mi frente, jamás pensé en el mensaje que traías, más precioso que todos los triunfos.
Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe que era para salvarme.
Por mi bien me has relegado a los rincones, me negaste fáciles éxitos, me has quitado salidas.
Era a mí a quien querías defender no otorgándome brillo.
De puro amor por mí has manejado el vacío que tantas noches me ha hecho hablar afiebrado a una ausente.
Por protegerme cediste el paso a otros, has hecho que una mujer prefiera a alguien más resuelto, me desplazaste de oficios suicidas.
Tú siempre has venido al quite.
Sí, tu cuerpo llagado, escupido, odioso, me ha recibido en mi más pura forma para entregarme a la nitidez del desierto.
Por locura te maldije, te he maltratado, blasfemé contra ti.
Tú no existes.
Has sido inventado por la delirante soberbia.
iCuánto te debo!
Me levantaste a un nuevo rango limpiándome con una esponja aspera, lanzándome a mi verdadero campo de batalla, cediéndome las armas que el triunfo abandona.
Me has conducido de la mano a la única agua que me refleja.
Por ti yo no conozco la angustia de representar un papel, mantenerme a la fuerza en un escalón, trepar con esfuerzos propios, reñir por jerarquías, inflarme hasta reventar.
Me has hecho humilde, silencioso y rebelde.
Yo no te canto por lo que eres, sino por lo que no me has dejado ser. Por no darme otra vida. Por haberme ceñido.
Me has brindado sólo desnudez.
Cierto que me enseñaste con dureza ¡y tú mismo traías el cauterio! pero también me diste la alegría de no temerte.
Gracias por quitarme espesor a cambio de una letra gruesa.
Gracias a ti que has privado de hinchazones.
Gracias por la riqueza a que me has obligado.
Gracias por construir con barro mi morada.
Gracias por apartarme.
Gracias.


(de Falsas maniobras)

Pp. 134-136




Eugenio Montejo (1938-2008)



Cementerio de Vaugirard

A Teófilo Tortolero


Los muertos que conmigo se fueron a París
vivían en el cementerio Vaugirard.
En el recodo de los fríos castaños
donde la nieve recoge las cartas
que el invierno ha lacrado,
recto lugar, gélidas tumbas, nadie, nadie
sabrá nunca leer sus epitafios.

Un alba en escarchas de mármol
y el helado aguaviento
soplando sobre amargas ráfagas,
Alba de Vaugirard, rincón donde la muerte
es una explosión interminable. Piedras, huesos, retama.
¿Quién oía el tintinear de sus pailas
a la sagrada hora del café
cuando son interminables sus chácharas?
¿Qué silencio tan hondo allí suplía
el cantar de uno solo de sus gallos?

Muertos de sol, de espacios, de sábanas,
muertos de estrellas, de pastos, de vacadas,
muertos bajo tierra a caballo.

Los muertos que conmigo se fueron a París
vivían en el cementerio Vaugirard,
estéril pabellón de graníticas tapias.
¿Qué queda allí de esa memoria
ahora que la última luz se ha embalsamado?
¿Qué recordarán sus camaradas
de sus voces, de sus humildes hábitos?

Alba de Vaugirard, niebla compacta,
amistad con que la luna clavetea las lápidas,
¿qué quedó allí de aquellos huéspedes
agradecidos de tanta posada?
¿Qué noticias envían ahora lejanos
a los caídos, a los vencidos, a los suicidas olvidados?

Un alba en escarchas de mármol
y el helado aguaviento
soplando sobre amargas ráfagas.
Oscuro lugar donde la muerte
es una explosión interminable
sobre recuerdos, átomos, retama.
¿Qué permanece de tanta memoria?
¿Quién llega ahora a oír sus chácharas
cuando la nieve recoge las cartas
que el invierno ha lacrado? Nadie, nadie
sabrá nunca leer sus epitafios.


(de Muerte y memoria)

Pp. 170-171




Miyó Vestrini (1938-1991)


Horario

¿Qué hiciste hoy?
Leí el periódico y no reconocí a ningún amigo.
Derretí la escarcha de la nevera para que la cerveza
enfriara mejor.
Me di un baño de espuma.
Sequé mi cabello.
No parece que hayas hecho tantas cosas.
Hago muchas cosas y nadie se da cuenta.
Puedo verme en el fondo de las ollas
y en el piso de la cocina.
Pero no saliste. Lo habías prometido.
Estuve en la parada.
Levanté la mano y nadie se detuvo.
Tampoco leíste el libro que te compré.
No tuve tiempo.
Nunca tienes tiempo.
Tú tampoco. Y no te molesto preguntando
¿qué hiciste hoy?
Imagino cómo pasan las horas en esta casa.
Pasan,
te lo aseguro,
pasan.

(de Valiente ciudadano)

Pp. 182-183




Gustavo Pereira (1940)


Dos que se encuentran en la calle

Dos que se encuentran en la calle dos que no saben
mentir dos que apenas
se ha encontrado
Dos que al verse comprenden que están amarrados uno al
otro sobre el mundo
o más allá
Dos que llevan colgadas en los ojos las ramas
de los sueños dos que al fin se han hallado
Dos que no tienen más voluntad que desgastarse sin
tregua como
dos nubes.

(de El interior de las sombras)

Pp. 185-186



Julio Miranda (1945-1996)


él quería escribir un poema perfecto
yo uno que matara de miedo de tristeza o de amor
ella quería escribir un poema como la vida

él se casó con ella
yo publiqué
ella se divorció

sin pretenderlo envejecimos

él murió de tristeza
ella de miedo
yo no morí de amor

(de Anotaciones de otoño)

Página 201


Hanni Ossott (1946-2003)

El estanque

Mi infancia es hoy un gran estanque
donde me miro
en su fondo verde liquen
piedras alcanzadas por el musgo
peces de rara y brillante especie.

Yo hundo allí mis manos
y agito las aguas
para alcanzar una sombra
siempre evanescente.

El estanque me devuelve el cielo, las nubes
cielo y tierra en él se besan
confluyen.

Yo dibujo allí una imagen, la sueño
mas no la alcanzo.

(de Casa de agua y de sombras)

Pp. 206-207


Márgara Russoto (1946)


Trabajo

escribo como una mujer
cerca de una ventana
como un hombre de lejos
se lava los brazos
y por las fisuras de una puerta
se injerta un naranjal
como si la historia fuese la sombra
de una liebre
golpeada
y su pulso
una tempestad que nadie escuchara.

(de Brasa)

Página 211



Yolanda Patin (1954)


Vitral de mujer sola

Se sabe de una mujer que está sola
porque camina como una mujer que está sola
se sabe que no espera a nadie
porque camina como una mujer que no espera a nadie
esto es
se mueve irregularmente y de vez en cuando se mira los zapatos
Se sabe de las mujeres que están solas
cuando tocan un botón por largo tiempo
Las mujeres solas no inspiran piedad
ni dan miedo
si alguien se cruza con ellas en mitad de la vereda
se aparta por miedo a ser contagiado
Las mujeres solas miran el paisaje
y se diría que son amantes
de las aceras/ de los entresuelos/ de las alcantarillas/ del subsuelo
de los subterfugios
Las mujeres solas están sobre la tierra al igual que sobre los árboles
les da igual porque para ellas es lo mismo
Las mujeres solas recitan parlamentos
estoy sola
y esto quiere decir que está con ella
para no decir que está con nadie
tanto se considera una mujer sola
Las mujeres solas hacen el amor amorosamente
algo les duele
y luego todo es más bien triste o colérico o simplemente amor
Estas mujeres se alumbran con linternas
van al detalle
saben donde se encuentra cada cosa
porque temen seguir perdiendo
y ya han perdido o ganado demasiado
Ellas no lo saben
porque van del llanto a la alegría
y a veces piensan en la muerte
También planean un largo viaje e imaginan encuentros posibles
Administran el dinero
compran legumbres
trabajan de 8 a 8
Si tienen hijos hacen de madres
son tiernas y delicadas
aunque muchas veces se alteren
un pensamiento recurrente es
ya no puedo ni un minuto más
Las mujeres solas tienen infinidad de miedos
terrores francamente nocturnos
los sueños de tales mujeres son
terremotos catástrofes sociales
Una mujer sola reconoce a otra mujer sola de forma inmediata
llevan el mismo cuello airado
lo cual no quiere decir que no quieran a nadie más que a sí mismas
esto es completamente falso
Lo cierto es que la casa de una mujer sola
está abierta a su antojo
Una mujer sola
no puede curar su soledad
porque nada está enfermo
se remedia lo curable
una gripe o un dolor de estómago
La mujer que piense que su soledad es curable
no es una mujer sola
es un estado transitivo entre dos soledades
infinitamente más peligrosas
Una mujer sola es una mujer acompañada
aunque de este hecho no se percate más que el zapato
al que mira con detenimiento
o el botón
que parece representar algo verdaderamente importante
como de hecho lo es
como los árboles o el cielo
sólo que el privilegio que deriva de semejante atención
es más bien propio de las almas temperadas al siguiente fuego:
id contigo
para estar con vosotros.

(de Correo del corazón)

Pp. 237-239


María Auxiliadora Álvarez (1956)



9

mamá es un animal negro
manso
extenso
huele
a aguas estancadas
cría
batracios dulces
en las encías
no come
no duerme
no ríe
es un espacio oscuro
que recorro con la lengua
y me sabe a semen
a sangre
a agua de renacuajo

mamá es un animal quieto
amarrado
hinchado
habitual
muerto



(de Cuerpo)

Pp. 244-245



mamá se fue
tarda muchos años debajo de su puerta
saliendo agua roja

papá la maldice

antes de irse mamá ya no hablaba
no abría los ojos
después cerró la puerta de su cuarto
y no quiso volver

detrás de la puerta nos llama a veces
y nos grita un cuento de una casa de dulce que se come
y llora largamente
y se ríe
y se oyen cosas que se quiebran
y mamá habla por ratos ronco como un hombre
como una noche lejos
y da golpes
y la oímos rasparse

en las paredes
y sale un río de mamá por debajo de la puerta
un río rojizo y triste que no se mueve


(de Caz(a))

Pp. 245-246


Beverly Pérez Rego (1957)



Sea breve la llama que nos une.
Sea finita nuestra distancia.
Que el orden que nos retiene
crezca en los filos de mi talón
hasta herir.

Es tanta la maldad del mundo,
tan imperdonables sus torpezas.
Seamos la excepción:
busquemos la belleza
del golpe certero,la agonía justa,
la fluida música
de una voz que se apaga
por siempre.

No, no detengas el fin.
Por esta vez, seamos libres,
y en la muerte ansiada
los dos hallaremos
noches distintas.


*


Algunos suelen decir que una mujer sola es, en realidad, una casa embrujada: generalmente, reposa en la cima de alguna apartada colina, y su adusta fachada se halla en franco contraste con los apacibles alrededores. Al acercársele, notará cómo ruines hiedras la circundan, y al reposar la cabeza sobre su vientre, en sus corredores, ruidos inhumanos regresan del pasado. De día, vive envuelta en engañoso silencio; al anochecer, mientras todos duermen, un espectro se asoma por su frente, retándole.

Sin embargo, al contrario de lo que dicta la prudencia, existen hombres prestos a abrir su puerta. Después de agotar todos sus rincones, se marchan, aturdidos, cuidándose de dejarla abierta, batiendo en la bruma cálida.

(de Libro de cetrería)

Pp. 254-255


Alicia Torres (1960)

Sacerdotisa

A veces juego con la idea de matarte
(después de todo,querido,
nadie es inocente)
y entonces pienso en sacerdotes antiguos
ataviados de oro y lino blanco,
incienso rumbo a los cielos,
la precisión de la obsidiana afilada
en noches de luna menguante,
un pecho descubierto,
la tensión rápida y certera
de una mano educada para el puñal,
el placer de los dioses,
la satisfacción del deber cumplido.
Y hay orden de nuevo en el mundo,
la lluvia se derrama por los campos,
el viento hincha las velas aqueas
y la tierra es fértil otra vez,
pero entonces tú te acercas, querido,
con los brazos abiertos
y yo sonrío culpable
besándote la garganta
las muñecas, la sien.
La vida, allí donde late vulnerable.

(de Fatal)


Pp. 268-269


Eduardo Castellanos (1961)


XVII

Aprendí el idioma interminable de tu cuerpo
sus ritmos breves y profundos
sus frases líquidas que penetraban en mi piel
sus acentos delgados
como tus dedos
sus húmedas vocales
que resbalaban en mi lengua

Aprendí a nombrar el mundo desde ti
a decir lluvia iluminada
llama tierna
bosque amable

Aprendí de tu cuerpo
a olvidar mi propio idioma


(de Refugio provisorio)

Pp. 280-281


Las palabras necesarias
Muestra antológica de poesía venezolana del siglo XX
Selección y prólogo Arturo Gutiérrez Plaza
Lom, Santiago, 2010, 311 pp.

2 comentarios:

Abril dijo...

me gusta

Abril dijo...

ya tu sabes...

te quiero mucho y te dejo, hoy 3 de agosto, un abrazo grande del tamanio de tu cordillera hermosa


besitos pa ti de mi :)