sábado, 25 de octubre de 2008

4 poetas peruanos







Amores imperfectos

Si tuviera que hablar de ti
que me encerraste en un claustro de iluminados muros
donde tu cabeza refulgía de la pura envidia
ante las otras
que solo querían oír mi voz
si tuviera que nominar a aquellas que tal vez me amaron
no podrías pronunciar únicamente tu nombre
aunque es visible que siempre estaré a tu lado
pegado a tu fotografía
en ese parque donde por primera vez nos amamos
bajo las acacias
muy cerca de la fuente donde Neptuno nos vigilaba.
También tendría que nombrar a las demás:
a Eleonora
que me mostró un mapa de geografía
donde ella brillaba como la capital
de un país remoto
a Magdalena
que me tocó el hombro
cuando una lluvia de meteoritos
cayó en mi patio llenándolo de lápidas
y extrañas esculturas de mármol
a Florencia
aquella italiana que habría conocido a Pavese
y que me contaba cóno se le veían los dedos
el día de su suicidio
o a Carmela
de quien me enamoré a los 12 años
y por quien hice crecer pájaros de papel
atados a una cuerda azul
donde dulcemente se balanceaban por la mañana
y tal vez a Soledad
el fantasma más temido
la pequeña Soledad
que con sus gritos levantaba catedrales de oro puro
y por quien me animé a viajar a un país
donde la piedad no era la moneda de los peregrinos.
Pero nadie podrá decir
que hubo un momento más feliz que aquel
cuando caminamos por una alumbrada alameda
aquella noche de marzo de 1971
mientras el firmamento se llenaba con tímidas bengalas
y furiosos girasoles de cristal nacían
sobre los árboles.
Por eso estoy contigo
como un caballo azul
pastando solo para ti.
Si alguna vez recuerdo a las demás
el azufre y los bálsamos que me echaron en el cuerpo
solo lo hago para que tu nombre resuene con mayor pureza
amor indetenible
tarjeta de identidad
mi sobrenombre
el epitafio
que ya llevo grabado sobre mí
cien años antes de que muera.

Págs. 154-156

Enrique Sánchez Hernani
(Lima, 1953)

(Revista Rolling Stone)







Cuerpos de amor

8

Tu cuerpo es solo una ventana
para amar lo que hay del otro lado
ese paisaje que me conduce a mí misma.



Pág. 213

Violeta Barrientos
(Lima, 1963)


(de El jardín de las delicias)





Fútbol


A Vicente y Lorenzo

juega con la tierra
como con una pelota

báilala,
estréllala,
reviéntala

no es sino eso la tierra

tú en el jardín
mi guardavalla mi espantapájaros
mi atila mi niño

la tierra entre tus pies
gira como nunca
prodigiosamente bella


Págs. 42-43


Blanca Varela
(Lima, 1926)

(de Valses y otras falsas confesiones)





El sueño

El sueño encendió un pájaro
y hubo que raspar carbón de nuestros dedos
y llorar lejos.

El sueño vaga pensativo acariciándose las alas,
abrasado.

Solo nosotros sabemos de su ojo glacial y su ceniza alta
e intacta como un beso.



Pág. 178


Rossella Di Paolo
(Lima, 1960)

(de Continuidad de los cuadros)






Antología de la poesía peruana: Fuego abierto
Selección y prólogo: Carmen Ollé
Ediciones Lom, Stgo, 2008
238 Páginas.

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