martes, 10 de marzo de 2009

Marcelo Novoa, 1964 (Chile)










En amor, vértigo o aceite; en prenda, lengua o hielo.
Aquí nada se conmueve, aquí la vida corre por túnel.
Incensante cielo de lámparas rojas, la vida escurre.


Mujeres solas entre hombres solos haciéndose ninguna
compañía. Acuso la simetría de las bocas cuando besan.
señalo la soledad ejemplar de las manos al despedirse.

Luz que les rodea en ritmos de clepsidra rota señala
última lección: darse por perdido.


Sin oír más que reclamos, sin escabullir el detalle
ruín, la risa que castiga, el grito que nos desune.
Ninguna cosa viviente en paz consigo misma.


Pág. 9






- Di adiós al bosque en llamas, cruces en el camino,
sobre hojas muertas, te subes la falda, el pelo
tomado por una idea sangrienta. Música descomunal
silencio es todo lo que escucharemos en las montañas a
oscuras, sucesiva felicidad o ágil fiereza, toda una
atmósfera de delirios compartidos danzando alrededor.



- Después, dijo esta mujer que es otra, otra mujer.



Pág. 14







Como traductor de lenguas mordidas (cicatrices que un
beso deletrearía)
, romper el paisaje haciéndole daño al
lente, como a la retina la pestaña su fracción de sombra.


La nada precisamente, engañosa superficie de un lago
helado: allí, el rostro odiado no el temido será quien nos
visite.


Si todos los libros mienten ¿qué leer? Muévete en torno
a esos perros de crueles ojos, cuida que el cielo de los
ciegos te dé alcance.


Perro negro, no eres más que la sombra de otro perro; en
el oleaje detenido la fracción de eternidad que hace de
la sombra cuerpo y del cuerpo, evaporación de luz.


Pág 15




-nocturno con sábanas-



Debiera describir lo que me rodea: subo y bajo escaleras
enciendo luces ahuyento mi neurastenia. Accidental apagón,
la casa doblemente a ciegas, tropiezo y caigo,
no oso levantarme, lloraría si esto remediase el dilema.


¿Y si te desvistes negando con gestos de tardanza la luz de su
carne, no serás acaso un turista de tu propio corazón,
deambulando por planicies como cabelleras, obseso
enamoradizo fiel a cuanta personaja, más insensible a las
propias negruras de piano donde súbita ay más tardía
emergerá antifaz la desconocida?



Pág. 17




-ellas vuelven femenina mi gramática-


La calle se desperdicia entera a su paso, insolencia de
hembras, incluso la peste canta.


Y fuimos desafiantes torres de tensión donde se
estrellaron las sonrisas, paseo de ojos por el eclipse de
las pieles, impuntuales conejos cayendo al abismo del
sombrero.


Porque permanecieron intactas, como la cebra bajo las
ruedas, tarde las he reconocido. Porque son mordedura
de la víbora más seductora, como pistolas aceitadas por
el crimen, todo en ellas nos acerca a la muerte.


Pág. 18




Tan cascabel de tus desgracias, a cuestas con un
idioma de postrimerías; ya no descifras la lengua
de los pordioseros, los ojos eclipsados por el flash, la
luz en fuga.


Atajar el río del idioma, tal si predijeras un puño
cerrado, apenas y cabe mi sombra. Acabaremos
sumidos, fatigados los pulmones, alguien vaciando
adjetivos letales escualos en un sórdido resumidero.


¡Qué desastre las palabras! Quebrazón de copas sin
alegría. Se cansarán los oídos con tan ineficaz defensa.
Pues quise hacérselos saber de la peor manera. Ahora
mi espejo luce cicatriz permanente: nadie abandona
el sitio donde no se termina de llegar.



Pág. 24





ciertamente no tendré memoria


escribiré que escribo, sólo un
circo en la playa pudo darme tan
feliz coartada, una enana no muy
pequeña montada a pelo, unas
riendas de ruda soga y sus
diminutas nalgas contrariadas por
el trote. qué hace ese caballo
desbocado hacia el bosque, los
cascos dejan pozas irregulares que
la humedad desmorona


escribo y escrito queda, tus ojos
fijos en el rostro ausente, ni soñarnos
interminable desorden de objetos y
horas, siquiera espadas entre
nosotros, mismas que transitan mi
bosque de artificios, donde aúlla el
animal que a nadie pertenece.


i esa es razón de canto.



Pág. 29






mercadería para naufragios


a Enrique Lihn





polillas, pierden el tiempo.


la sangre circula sin acuerdo por
mis venas. los oscuros los locos
las mantenidas siéntanse pasar.
como orquesta de malentendidos
que se hunde, estas líneas a pique
quieren declararse en quiebra
sentimental. no concibo otra
celebración que este frío vaso de
incomunicable amor por la
especie.


dejemos al gusano respirar.



Pág. 32






ventiseis años busqué tan bello ombligo



She is is is...





qué diré: la errada del mundo o
lámpara que llovía, limpia ciudad bajo
las lágrimas, alejas de ti todas mis
tonadas, "no me escuchas, si me
escucharas". qué clase de idioma es
este que teme batallar contra el celo.


decir que caminábamos sobre las
manos frías de la muchedumbre,
desnudos, ángeles barridos fuera de
las licorerías. si pasé la noche con uno
de tus pies por labios, qué importa se
descubriera.


tarde reconocí tu antigua pasión
práctica. y si antes huimos de realizar
contrato qué. sólo diré que fuimos
deshecha cama litigio solaz: honor
de besarse y partir.


Pág. 33





terminal beckett


repasan una aspiradora por mi cabeza cada día:
pelos uñas rugosidades de piel sobre la alfombra
alguien me acumuló en desconcierto, cerremos
el espejo las lecturas, nada que entender, ni falta.
una pisada te aleja de las otras, si dejásemos de
acumular accidentes, boca sin vida, amoratada,
delgadez de araña zumbando veneno en la retina
y se empiezan a morir los objetos a tu alrededor.


Pág. 38






saca ese dedo de mi sien


al espectro de E. Gómez-Correa




obsesiva no la esfera, mi
educación en desorden. cerrarán
la última casa de ortopedia, allí
estuve bajo el parpadeo final del
neón. luego acaecieron espuelas.


cruel tú la correccional ducha
fría/ fuera fuera toxinas/
amor a lo que vuela



i vine a ser desespero sonriente,
bosques ardiendo si recurren al
asesinato. árboles o reclutas
recibieron las descargas.
qué tanto estropicio. ya se
acostumbrarán a mis zapatos de
piel humana.


Pág. 39





cuentagotas con éter cegando a René Char



a través de la centella negra, te oí
llegar, segura invisibilidad

sólo con los ojos pero tampoco
son los ojos

la luz
justo al cerrarlos



Pág. 42





ciudad dadá



viejos vicios modernos, soporten,
mudos incontrolables el tráfico a
perpetuidad en la intestina.
mírales bien a través de la luz
sangrienta. qué santa besará sus
filas. una cabeza de madre,
cuchillerías, no abandonen sus
modales de etiqueta, caninos.


bajo cabellos al fuego, las riñas
se suceden inagotables a las
reconciliaciones. anda, frente,
hasta la pared de porcelana donde
destila sin fin un agua de lujuria.


¡bañado así por las lágrimas de
la peor amante, que la flor más
atroz crezca a manera de sonrisa!


Pág. 43





insomnio en praga


ciudades rojas, pálidos escarabajos.
la belleza puede acarrearnos aún
más desgracias.


ciego topo, tan a sus orejas condenado,
aún escucho tu máquina de escribir
la noche incinerada.


Pág. 45




aún hay amor en los cuernos altísimos


túnel oculto al amor


nadie que no llegara antes,
nadie que no volviera después


i los gritos, tan dulces.


Pág. 49




- pie atrás-


entra soledad al festejo
del sinfín de risas yazgo
meditabundo en la herida
de no callar lo hablado



Pág. 51







Marcelo Novoa
Arte cortante
Trombo Azul, Valparaíso, 1996
51 Páginas



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