miércoles, 6 de mayo de 2009

Laura Yasán (Argentina)






Buenos Aires, 1960









genealógica

las hijas del nuevo mundo
son blancas como las luces de los shoppings
pálidas como los panes de mc donald's
translúcidas lágrimas finales de best sellers

las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo
fuimos oscuras habitantes de hotel
tuvimos negras maneras de mirar
queríamos la vida en símbolos extraños
películas de bergman

las paridoras frígidas de las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo
querían una historia sumergida en channel
casarse vírgenes con una réplica de cary grant
tener muñecas rubias de mejillas rosadas
mascadoras de chicle leyendo mujercitas

las hijas huérfanas de las madres frígidas del viejo mundo
queríamos las curvas mullidas de la marylin
y el aspecto latino de una amante del che

pero ellas
las nietas de la decadencia
las hijas del imperio del nuevo mundo
sólo desean ser
delgadas como un tallo
livianas como el ala de una mariposa
anhelan despertar
con los dedos más largos cada día
para hundirlos hasta el fin de sus amígdalas
y vomitar sin voluntad
lo que resta del siglo.





profana


¿No es tragedia todo descubrimiento
de lo que no ha quedado?

Daniel Muxica



y se pregunta por la ausencia del padre de su hijo
como si esa clase de condena le fuera propia
y malgasta la pobre sal de sus huesos
hincándose en señal de oveja en la manada
ante el cristo fabricado en serie en un sótano de taiwán
y le pregunta por la ausencia del padre
nada menos que a él
y tiene la verdad delante de los ojos
casi el espejo de su vida
el perfecto triángulo que hará pagar al niño su paso por la tierra
la vaca que dio leche con pepitas de oro desde el principio de los tiempos
ese magnífico inagotable culebrón medieval
y pregunta por qué la han abandonado
abre sus brazos esperando respuestas o imitándolo
y antes de que su lágrima roce el polvo del suelo
es sepultada viva
por los tremendos testículos de dios.






principio de incertidumbre

a Américo Ferrari




el poema es un espantapájaros
irrumpiendo en la línea de horizonte

la luz de las estrellas
tarda miles de años en llegar
a perforar la noche de belleza

¿cuánto tiempo nos toma mostrar el corazón?

el poema es un ancla que ha perdido su barco

una ballena sola en medio del océano
puede oírse llamar por su pareja a treinta kilómetros a la redonda

¿qué tan lejos llega una palabra?

el poema es un iceberg en medio del desierto

un centímetro cuadrado de piel contiene seis millones de células

¿cuántas cartas de amor guardamos en el fondo de una caja?

si besamos los ojos de alguien que acaba de morir
¿en qué parte del trazo desviamos el círculo?

qué secuencia alteramos en la fórmula del tiempo y la distancia
cuando el poema es una muesca en la culata del vacío.





cotillón para desesperados


¿la fortuna te esquiva?
¿hace agua el barco de tus sueños?
no hay de qué preocuparse
esta ciudad te ama
en los centros de canje estimulan el tedio
por dos tapitas más un peso
nada es tan grave
cargar el rudimento del pan y la escoba
puro discurso
cotillón para desesperados
por dos tapitas y una libra de carne
te llevás esa jaula
la corona del rey y un cetro plástico
por tres libras de carne más dos líneas de fiebre
la estafa del insomnio
malabarismo sobre noches violetas
te ama tremendamente
en los centros de canje
por una culpa más un beso indebido
cuatro hijos un perro y una úlcera crónica
nada es tan grave
la vida es un asunto local
del trabajo a la cama
forrar el ataúd con el salario mudo del fracaso
momentos en que llueve
sobre la fría seda del recuerdo
la ciudad anegada de una tristeza rancia
pero cómo te adora
te protege
por dos libras de sangre más la furia
te dan tres aspirinas y una bala.






música de invierno


como una piedra en el fondo de mis ojos
pesan aguas violentas esta noche
mastico astillas de palabras quebradas
sangra la encía sobre los cuadros del mantel
¿qué más está sangrando por ahí?

eso tiene que abrirse en esta lluvia
no es música de invierno
no es un juego
aislarse no es un juego es elección
soy una pieza suelta
encajar no es un juego
mirar a los demás detrás de un vidrio
sentir una pared de musgo entre los otros
y lo que estoy
diciendo
estoy diciendo eclipso en el vacío

algo tiene que ahogarse en esta lluvia
llueve como invitándome al naufragio
una cita en el agua
una oportunidad de contener el aire y no decir
dejar morir la voz como una ofrenda
aislarse en el silencio no es un juego
quedarse de este lado no es un juego
escucharé los ruidos de la noche hasta soltarlos
hasta entregar la cuota y encender
mi propia y muda luz.





señales


ser quien no encuentra
una marca de tiza en el muro del mundo
huella de la pisada
que vaciló al hundirse en tierra ajena
una señal tejida con el hilo de voz
que desmadeja turbio el río de la infancia
madre que no dejó escombro sin cavar
para enterrar las pruebas de mi nombre
ser quien confunde
señales de un naufragio con prendas olvidadas
ser quien se esconde
en los jardines secos de la ausencia
y conoce de sobra el precio de volver
a frecuentar sueños vencidos
por el peso del hambre.






perdida


busco a la otra
solía aniquilarla un fuego helado
en los días lluviosos
escribía esos versos cargados de crueldad
giraba en esa fiebre hasta vaciarse
postergada o ajena
destilaba un color elemental

maldita
a esa la busco

dormir sobre su ausencia
es vivir en el centro de una página en blanco

soy la extranjera
que le cedí mi cuerpo para esconder sus bestias
del sol que las mataba
que soñó pesadillas en mi estómago
que desgarró mi sexo
para nacer los niños que después se comía

muda heredera
soy ahora la cáscara que muerde su silencio
esclava sin tirano
vagando en un castillo perdido en un país
que sólo existe cuando ella lo nombra.






perdida II


pisar lo blando me pide una mujer que nunca fui
quiere palabras que no raspen
conozco ese lenguaje y lo pronuncio mal

estar perdida anuncia la forma del regreso
tuve en mis manos esa puerta
comía de tu plato y me quedé

hay una llaga donde hubo dureza
dar otro paso es penetrar la herida
una imagen demasiado vulgar
que hace al futuro un sitio previsible

tengo un boleto a casa y es robado
estoy perdida
dejé señales un día de tormenta
cuando secó las cosas no brillaban
eran tan otras que no supe mirarlas con mis ojos de antes
llovió una eternidad y esa mujer
llenó mi cama de sonidos extraños
lo sé cuando la gente me confunde con ella
traen su nombre escrito en el aliento
su olor entre la ropa

soy yo quien distorsiona
no el espejo

estoy perdida porque sé regresar.







perdida III



bajo la lengua crece una madeja
es tan áspero el hambre de escribir
si pudiera tan sólo
retener esos versos que hilvano por la calle
el pan de la memoria
es una proyección que nunca otorga
la gracia del final
un ensayo perpetuo consumado al revés

la escena del delito
lleva siempre la víctima consigo
escribo en ese cuerpo una reprobación
hay letra muerta en esa voz
sonidos apagados volcando en la garganta
un aluvión de polvo

forzados al silencio
quedan los restos de una historia velada
esa estaca clavando las cosas en su sitio
me representa heroica

perdida en la costumbre de equivocar la patria
cargo con los excesos
de conquistar lo que no es mío.






de Cotillón para desesperados
Ed. La Bohemia, Buenos Aires, 2001







malinche


como quien corta los nudos que sostienen
atados a la lengua todo lo que sabía
aborta el cuerpo su mensaje
privada de su voz
me incomunica

¿es el poema su rehén?
¿el texto su prisión?

voy vaciando un tonel con un dedal

si es vivo o muerto
debo ser yo guardiana de sus huesos
la que traiciona
con esta boca muda pagará
limosna por rescate

¿me lo amordazan?
¿me lo torturan para hacerlo cantar?

malinche del poema
lo escrito con el cuerpo enhebra en su collar
la llave de dos mundos

¿soy del poema la carencia?
¿del texto su mortaja?

si el cuerpo es vivo o muerto
la que adultera el texto pagará
su entierro o su rescate
cortándose la lengua








octubre

no tengo más que un fósforo para toda la noche
[y es octubre
un caballo cansado que me pasa la lengua por el pelo
un harapo de miedo
la edad que se articula en su tamaño
y se inserta otra vez por el aro del mundo
siempre en octubre vuelve y no trae palabras para mí
trae un silencio impuro sobre la boca cruda
y el beso que deseo
es apenas cadáver del consuelo
vuelco en octubre
soy tiza en la pizarra de sus ojos
y enhebro en la plegaria dijes de fantasía
muñequitas desnudas cuando llueve en octubre
cuando salgo a golpear por mi ración
y regreso a la cama con un vaso de leche
donde su gota de mercurio
brilla.





tracción a sangre


cargo en mi cuerpo una mujer inválida que baila
[cuando duerme
trenza el cabello blanco de la muerte para ganarse
[su favor
como una novia ciega que deba conformarse
con la corta memoria de sus dedos
despierta cuando miente
lleva un cascote atado a la correa de la lengua
va removiendo un surco tras de mí
una continuación que me persigue como una cola
[de chatarra
se enciende cuando callo
cargo su enfermedad en la penumbra de mis huesos
su equipaje de anemia
su andamiaje de circo
la quiero al otro lado pero el puente se ha roto
la primera mitad no le interesa
la segunda es negada
vuelvo sobre sus pasos cada noche
para ocultar la huella cada día
como el guardián de un ancla que se oxida
un perro encadenado a un desierto de vidrio
lamiéndose la sombra.






Si un día escribiese un poema de amor
al hombre que me debe la conquista de éste páramo hostil
le escribiría
que todo es casi nada
que con gusto le cedería espacio si fuera otra mujer
pero soy ésta
la que pronuncia versos
de un desigual tirano raro amor
la que aprendió a llorar sobre su boca








rasgos



padre es la proyección de su sombra
cuando amenaza cubrir
con la espesa trama de su cuerpo
la luz de mi espacio

es una esponja que se hincha
en la desproporción del recuerdo
y sus palabras crecen como larvas
en el cultivo de la memoria

del hueco de su abrazo
brota una flor jugosa y amarilla
que desprende en el olor de la infancia
polen de una mujer desconocida

padre es lo que ha quedado
cuando el filo de los días de piedra
se ha suavizado en el descanso
y he renunciado a cavar el jardín
para enterrar los huesos de su voz

no hubo trazo fino en nuestra intimidad

la historia licuará el enunciado hasta desintegrarlo
alguien ha sucedido donde yo comenzaba

padre es un muñeco de miedo que me observa








rasgos II


cuando sueño con ella
piso descalza los pasillos oscuros que llevan a su cuarto
busco el cajón prohibido cada vez
sé lo que esconde
tengo los dedos congelados
toco sus pieles de animales muertos
una alianza de oro
ropita de bebés que no nacieron
hay pesadas tijeras
hay un hombre doblado masticando su nombre
hay la mirada que está allí
y está entre en mis omóplatos
como un arpón clavado en la boca de un pez
me ha descubierto y soy pequeña
habrá castigo
su corpiño de yeso sube y baja en el asma de
[esa respiración
me sienta en la blandura del regazo
y es el olor de su alimento pasto de enloquecer
suave como una madre
que apagase la luz para matarme.





después del resplandor


desperdicio los últimos días del invierno
mi estancia en el fulgor de las palabras

vendrá la leche aguada del recuerdo
a revelarme claves que olvidaré al instante

vendrá otra temporada de hombres estridentes
descargarán sus palas de arena en mis oídos
y la luz asesina de días amarillos
me encontrará enterrando
sobras para la fiesta del otoño
medias de red
lápices rojos
una mirada extrema que perduró salida de su cauce
como un verso inconcluso desnudando
cuerpo donde habitar

vendrá un nuevo verano arrastrando la lengua
por la foto movida del presente
y yo sabré del tiempo una historia mezquina
habré perdido otra cosecha
ganado mi estadía bajo una sombra ajena

lo que cambia se adhiere en el tamiz
duele en los huesos antes de la lluvia
devora los contornos después del resplandor

la estación es la misma
siempre.





calendario


abril siempre es mentira
llueve de la ventana para dentro
unos zapatos tristes que han perdido su par
flotan en la cocina canciones familiares
lunes abajo hay que nadar
al fondo de la cama
las pirañas afilan sus dientes asesinos
la orilla queda lejos
y los brazos se duermen como bebes de trapo
otoño afuera se viste de animal
la casa en otro tiempo era una arca segura
después hubo descuidos
desastres naturales
cayeron sobre el sábado
finales predecibles para malas películas
meses estacionados sobre un lecho barroso
febrero en negro levanta la sequía
todo fuera del agua expone su tragedia
muestra hueso el verano
los moluscos se adhieren al cielo de la boca
marzo avanza





apuntes de fe


creo en lo que se mueve detrás de la aspereza
en la instancia agotada de una promesa rota
creo en la inmediatez
creo en las despedidas
en los cuerpo vencidos por el peso de la parte que falta
creo en la vanidad
creo en lo efímero
en la trinchera que construye la noche con las piedras
[del día
creo en los pactos del azar
en la brutalidad de los sentidos
en esa dentellada que sufren los cimientos cada
[nueva estación

yo pego inútilmente la espalda a la pared
vivo en esa cornisa
tarde o temprano me romperé los dientes sin el
[menor estilo
sé predecir esa obviedad
creo en la conveniencia de recapitular
en la esforzada dignidad que me asiste
en los favores del instinto
más que en ninguna cosa





palabras no



no hay nada verdadero en las palabras

todo lo que conozco
es este parador en medio de la ruta
un bloque de concreto bajo el cielo infinito

todo lo que deseo
es arrancarme de los pies
este vendaje sucio estos zapatos húmedos

lo poco que comprendo
viaja de la belleza a la locura de la locura a la belleza
y no termina nunca de llegar

tengo ese hábito
un tránsito frenético a la luz
el fulgor que no existe y me sigue alumbrando
[como una estrella muerta

todo lo que persigo termina devorándome
es el atardecer y no quiero saberlo
no quiero moderar el estallido
no quiero que se extinga
no llegaré a la noche esperando palabras
ya fui sequía

si es necesario un bosque para que el fuego arda
[un día más
ahora seré rayo.







de Tracción a sangre
Ed. La Bohemia, Buenos Aires, 2004

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